El mismo día y a la misma hora de la celebración de un partido de la Champions League se organiza un concierto de música clásica. La intención es hacer que los seguidores del torneo se pierdan un importante partido obligándolos a ir al concierto. Los compinches son las novias de los seguidores, compañeros de trabajo, profesores... que convencen a los forofos del fútbol para que vayan al concierto.
Una vez allí, lo que empieza siendo un aburrido recital de violín y piano acaba por convertirse en el partido que todos ellos lamentaban estar perdiéndose. Y además en pantalla gigante.
El seguimiento de la broma se pudo ver en varios canales de televisión y páginas web que explicaban entre risas la situación que se vivía en el concierto.
El culpable de todo ello fue Heineken, que optó por esta comunicación enmarcada bajo el slogan: Heineken, made to entertain.
La idea es de JWT Milan. El vídeo es el case study de la acción.
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